'Suite Habana es la revolución cubana. Con sus silencios reveladores de tristezas y una música maravillosa que te duele. Quizás no la entienda aquel que se fue desde hace tantos años. Incomprensible sin dudas para los Arucas y los Pertierras de Miami.
Suite Habana es la cotidianidad (peinarse, cocinar, fumar, mirar, oír…) hecha poesía triste. Ruinas inmisericordes, rostros viejos, manos viejas… tendederas, palomas y suciedades… la foto del Che entre la destrucción física y moral de toda una nación. Suite Habana es la belleza de lo infame y lo grotesco. Fernando Pérez, su director, en exquisita alianza con Raúl Pérez Ureta, logra trasmitir el pulso de una ciudad que va muriendo. Y repleta de neo símbolos cubanos todo el metraje de su obra: bicicletas, ventiladores sin careta protectora, baños con jarrito y cubo, vendedores de maní. Con un ritmo entrelazado por las pautas donde barcos y faros son una presencia recurrente, todo comienza con el despertar de la ciudad, rápido, trepidante y sonoro.
Las ausencias y presencias, el sentido de la irrealidad perpetua, los doctores devenidos en payasos, las familias divididas, la viejita que ya no tiene sueños, los ancianos dormidos frente al precario televisor en blanco y negro, la solitaria sonrisa cuando la santera anuncia buenas nuevas.' Camilo López Darias
Suite Habana es la cotidianidad (peinarse, cocinar, fumar, mirar, oír…) hecha poesía triste. Ruinas inmisericordes, rostros viejos, manos viejas… tendederas, palomas y suciedades… la foto del Che entre la destrucción física y moral de toda una nación. Suite Habana es la belleza de lo infame y lo grotesco. Fernando Pérez, su director, en exquisita alianza con Raúl Pérez Ureta, logra trasmitir el pulso de una ciudad que va muriendo. Y repleta de neo símbolos cubanos todo el metraje de su obra: bicicletas, ventiladores sin careta protectora, baños con jarrito y cubo, vendedores de maní. Con un ritmo entrelazado por las pautas donde barcos y faros son una presencia recurrente, todo comienza con el despertar de la ciudad, rápido, trepidante y sonoro.
Las ausencias y presencias, el sentido de la irrealidad perpetua, los doctores devenidos en payasos, las familias divididas, la viejita que ya no tiene sueños, los ancianos dormidos frente al precario televisor en blanco y negro, la solitaria sonrisa cuando la santera anuncia buenas nuevas.' Camilo López Darias









